El 26 de abril entró en vigencia la ley para reducir la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales, asunto que involucra una serie de cambios en las empresas para adaptar sus procesos productivos y, a la vez, mejorar la calidad de vida de los colaboradores.
El cambio de legislación laboral que incluye la reducción de horas semanales, trae diversos desafíos a las organizaciones con miras al futuro del trabajo. Desafíos que se aceleraron y nos fueron preparando con la llegada del teletrabajo a raíz de la pandemia del Covid-19.
Un modo de enfrentar estos cambios es la incorporación de la tecnología. Creemos en la optimización de los procesos simplificándolos, utilizando herramientas de automatización que nos faciliten las tareas para que con la adecuación de horario podamos maximizar el uso del tiempo en el trabajo.
Sin embargo, esta incorporación de tecnología debe ir acompañada de motivación y capacitación de los colaboradores. Se requerirán habilidades más especializadas, por lo que ellos mismos deberán adaptarse a estas nuevas tecnologías y tendencias mientras que las empresas, a través de capacitaciones, debemos contribuir al crecimiento personal y profesional de cada uno. Sólo así lograremos el anhelado equilibrio entre productividad y bienestar.
Nuestra visión es que esta nueva normativa demanda un compromiso con la adaptación y la cooperación, que requiere la colaboración con sindicatos y otros actores clave para llegar a acuerdos que beneficien tanto a trabajadores como a la empresa, buscando un equilibrio entre productividad y calidad de vida. Eso es posible de conseguir con voluntad de ambas partes.