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Ha terminado el primer tiempo económico del 2016, muchos pronósticos y proyecciones se equivocaron… y demasiado, otros siguen ajustándose en busca de coincidir con la realidad a terminar el año: ¿No sería necesario auditar la coherencia de cifras económicas sobre los inciertos futuros?

En la ciencia social  se acostumbra a trabajar con variables cuantitativas, es decir, con características, atributos o cualidades que pueden tener diferentes valores numéricos. Estas cifras se refieren de preferencia cuestiones que son del pasado, es decir, que son observaciones históricas de la variable en cuestión.

Sin embargo, por muy diferentes razones, se considera importante hacer anticipación de los posible valores de esas mismas variable para momentos o períodos del futuro y, para lo cual, se recurre a  algún tipo de raciocinio o de metodología. De esta manera, se llega a enunciar que valores específicos podría tal variable tener en el futuro en una semana más o cien años más. Con respecto a estos valores, tal vez lo más importa es determinar el riesgo o error que tuvo la anticipación cuando, en una semana más o en cien años más, se conozca el verdadero valor de la variable.

En economía es común trabajar con variables como el PIB, el IPC, la TPM, cuyos valores históricos son proporcionados por diferentes instituciones a los medios de comunicación, sobre el supuesto, que esas instituciones dan los valores ciertos. Pero, también, hay instituciones que en su afán de proveer una visión de esas variables en el futuro –  para un determinado lapso o momento – anticipan uno o más valores distintos.

Al respecto se puede hacer muchos alcances como los que siguen:

Primero, se debiera conocer la “validez” que le dan diferentes actores del entorno (consumidores, comerciantes, empleados, empresarios, deudores, inversores, sindicatos, prestamistas, especuladores, academias y consultoras)  a esos valores futuros para sus procesos decisionales y los errores que se pueden cometer si se usan como cifras “casi ciertas”.

Segundo,  el que los valores anticipados de una variable, sea uno o varios o una serie,  para un momento o período del futuro, es en el mejor de casos una especie de adivinanza, independiente del método o los métodos empleados para llegar a esas cifras de anticipación. Lo más probable es que haya permanentemente diferencia entre los valores predichos  y los reales, en que algunos intentan empoderarse cual delfos o pitonizos, hasta que la realidad demuestra lo infructuoso de dichos intentos predictivos de sus proyecciones. Y la razón de esto es muy simple porque: “el futuro no existe” sabemos que es solo imaginación humana y cuando este futuro llegue ya será presente y que pasará rápidamente a ser pasado.

Tercero, si quien anticipa cifras, que  corresponden a materias que les son parte de su función, y esos valores son ya  reiteradamente inadecuadas para llegar a valores reales, por ejemplo,  del PIB o del IPC,  TPM, empleo, que lleven al país a ser una economía desarrollada, no sería mejor que más que anticipar cifras -en forma proyectiva correlacionada con el pasado- con  anuncios públicos, que se toman cual apuesta de casinos o posibles resultados de un partido de fútbol se dedicasen a tomar decisiones y definir políticas y estrategias -bien financiadas –  que conduzcan a un desarrollo económico de valor innovado, o  a reconocer humildemente que no se tiene las competencias para ello.

Dos conclusiones: (1) ¡Cuanto se extraña contar con una organización que trabaje de esta manera! como podría ser una agencia multidisciplinaria ADEF de Estudios de los posibles distintos FuturoS  (2) ¿No sería bueno que hubiera una o más de ellas – y no solo una institución que defina el valor futuro variables económicas tan relevantes como  ocurre ahora – y que  diese su opinión sobre los cuidados (datos de base, métodos, paradigmas, sistemas, nuevas tecnologías, innovaciones y modelos) que hay que tener cuando se divulgan cifras sobre los valores futuros de este tipo de  variables económicas  sobre las que tanto se yerra y de las condiciones requeridas para llevarnos a un imprescindible crecimiento robusto y sostenido -una condición necesaria aunque no suficiente- para ir al anhelado y desarrollo… ahora?

Omar Villanueva Olmedo

Dir. OLIBAR

Lic. Ing. Universidad de Chile