Es de celebrar el acuerdo entre la Cámara de Innovación Farmacéutica (CIF) y el Colegio Médico, destinado a reducir el conflicto de intereses que afectaría a los médicos que reciben regalías de la industria con el propósito de favorecer la prescripción de sus productos.

Esta práctica supone que el médico es influenciable para preferir el medicamento promocionado por sobre el que considera más adecuado o de menor costo, es decir, que hay un conflicto de intereses entre tentación y buena práctica. Pero si ello redunda en actos médicos que obedecen a preferencias más que a excelencias, ello significaría tratamiento sub-óptimo para el paciente. El perjuicio a los enfermos ya no es un conflicto de intereses, es una trasgresión ética que el médico debiera evitar, haya o no una lapicera, un taco de papel con logo o un viaje obsequiado de por medio.

La entrega de muestra médicas, en algunos países dificultada por temor a captar el recetario sobre todo de médicos en formación, tiene claroscuros. Conocer novedades terapéuticas es instructivo en la medida que el médico calibre y distinga entre información científica y promoción sesgada. Con las muestras, puede entregar medicamentos a personas de escasos recursos, como jubilados que con su escaso ingreso están condenados a altos gastos de farmacia.

Los medicamentos en Chile son caros y económicamente gravosos, pues el paciente chileno paga desde el bolsillo el 40% de sus necesidades médicas. Con el acuerdo alcanzado, la industria farmacéutica, que gasta alrededor del 28% de su presupuesto en promoción, podrá contabilizar un ahorro que debiera ir en beneficio de bajar el precio de los medicamentos.

Los médicos, por su parte, debieran ser más cautelosos en incorporar a su recetario las más recientes novedades evitando, ante todo, el entusiasmo por sobremedicar con antibióticos de “última generación” que ha llevado a una crisis mundial por las resistencias microbianas en alza: la tuberculosis fármacoresistente es cada vez más frecuente. El uso preventivo y banal de antibióticos reduce rápidamente su espectro de acción y los torna inefectivos en infecciones severas como las nosocomiales.

El acuerdo, por la información llegada al público, no limita el financiamiento de congresos médicos que podrían depender menos de dineros de la industria si se desarrollaran en un marco más sobrio en cuanto a sede, programas sociales y distribución de material promocional que enfatiza el lujo de la presentación por sobre el contenido científico.

Dr. Miguel Kottow

Centro de Bioética Universidad Central de Chile