En los últimos días, se ha profundizado una polémica referida al avance del proyecto para la elección de los Intendentes o Gobernadores Regionales. La existencia de posiciones discrepantes entre los partidos de la Nueva Mayoría ha generado roces, confundiendo a la ciudadanía.
Al respecto, creo que hay que distinguir las ramas del bosque, lo principal de lo secundario. Lo sustantivo es que todos -y especialmente en el PPD- tenemos un compromiso profundo con la descentralización y la elección de la máxima autoridad regional. En eso no hay dudas.
Las discrepancias surgen respecto a la oportunidad. Algunos se quedan en la forma y las señales, indicando que debe hacerse a la brevedad. Otros, creemos que un tema de tanta trascendencia, debe realizarse en el marco de una reforma profunda, que entregue atribuciones efectivas y recursos a la autoridad electa.
El asunto no es elegir por elegir. El objetivo es generar una descentralización de verdad, no una de papel, sujeta a la voluntad de un Presidente de la República. Lo que el proyecto en trámite contiene es solamente una habilitación del Congreso para que el Ejecutivo pueda delegar algunas competencias a los gobiernos regionales. Más aún, frente a una diferencia entre el nivel central y gobierno regional, el Presidente podría revocar esas facultades.
En el PPD queremos que los Intendentes o Gobernadores regionales se elijan. Pero mucho más importante que eso, queremos que tengan la capacidad y fuerza para resolver los problemas de la gente en el territorio. Necesitamos que cuenten con atribuciones claras y una ley de rentas regionales para que dispongan de las herramientas y recursos necesarios.
En este proceso, el apresuramiento innecesario puede conducir a errores graves y, peor aún, a una desilusión de la ciudadanía acerca de las ventajas de la regionalización. Lo aconsejable es tardar un poco más, pero hacer las cosas bien e impulsar una descentralización de verdad y no sólo procesos electorales simbólicos.