Pese al énfasis que puso la Mandataria en anuncios de Educación, no hubo nada para aquellos 80 mil niños y jóvenes excluidos del sistema escolar. “Eso es porque no marchan”…

Lamentablemente, en la última cuenta presidencial del segundo gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, los muchos logros detallados en materia de educación no consideran ni siquiera en una línea a aquellos niños y adolescentes que no están en el sistema.

Y eso que son casi 80 mil los excluidos. Tienen 14 años en promedio, y son desechados del sistema por las consecuencias que produce en ellos nacer y crecer en pobreza: padecen graves problemas familiares y/o de aprendizaje, no se ajustan al sistema, hacen ruido, molestan, estorban. Y, sobre todo, no marchan, no votan ni tienen un movimiento social detrás que los respalde.

Como Hogar de Cristo hemos señalado que en los últimos años la glosa del presupuesto de Educación dedicada a los establecimientos de reinserción, donde se busca integrar a estos niños y jóvenes desechados y lograr que terminen cuarto medio y se formen profesionalmente, ha disminuido a razón de mil millones de pesos por año desde 2015.

Eso, en beneficio de dos promesas de mejora en educación: la gratuidad y la ley de estatuto docente. Esas promesas, aun cuando son legítimas, están quitándole presupuesto a muchos programas sociales, como son las escuelas de reinserción escolar.

Resulta desalentador que en la lista de beneficiados con iniciativas tan positivas como la creación de más jardines y salas cuna, el aumento de las remuneraciones de los docentes del sector municipal en más de un 30% como promedio, la revalorización de la educación pública, con un extenso plan de infraestructura que hasta ahora ha beneficiado a 2 mil 86 establecimientos públicos del país… los definitivamente excluidos brillen por su ausencia.

La pobreza se asume como un tema superado en estos anuncios. La vulneración del derecho a la educación de los niños más pobres y marginados no parece una preocupación de los políticos. La agenda social está conducida por los movimientos sociales, que defienden derechos legítimos, pero es necesario priorizar. Y nuestro llamado es a atender a aquellos cuyos derechos han sido ignorados y debería ser prioritario ayudarlos.

LLamó la atención esta parte del discurso presidencial: “Asumimos la dolorosa realidad de los niños y niñas en los centros, tanto públicos como privados, que atienden a los niños al cuidado del SENAME, con un plan de respuesta inmediata para mejorar las condiciones de infraestructura y atención”.

¿De qué plan de respuesta inmediata se trata? Es necesario profundizar en esa frase, precisar de qué se trata, porque son casi 10 mil niños los que están hoy en centros residenciales de protección por orden de los tribunales de familia, separados de sus padres o tutores, dadas las graves vulneraciones a sus derechos que padecen. Ahí también hay un grupo que no marcha, que no sabe si esa respuesta inmediata de mejora’ es un decir o una realidad concreta.