“Por los daños irreparables generados a quienes han sido víctimas de abusos de sacerdotes, miembros de la iglesia”, señaló en su primer mensaje público al pueblo chileno.

En su primer mensaje público al pueblo de Chile, el Papa Francisco pidió, en la mañana de este martes 16 de enero, perdón en nombre de la Iglesia “por los daños irreparables” generados a quienes han sido víctimas de abusos de sacerdotes, miembros de la iglesia.
“No puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza, vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la iglesia”, dijo el pontífice generando aplausos por parte de los asistentes a la ceremonia que se realizó en el palacio de la moneda.
El Santo Padre sostuvo que se quiere “unir a mis hermanos en el Episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que esto no se vuelva a repetir“.
De esta forma, la autoridad religiosa responde, en cierta medida, a la petición que se hiciera desde diferentes sectores para que abordara los hechos de abusos que se han denunciado y que se han tomado la agenda del país.
El Papa, recordando que muchos aún sufren de injusticias, también instó a los chilenos a trabajar por ellos, definiendo como reto que la nación debe ser un lugar de encuentro para todos.
“Tienen ustedes un reto grande y apasionante, seguir trabajando para que la democracia y el sueño de sus mayores, más allá de sus aspectos formales, sea de verdad un lugar de encuentro para todos. Que sea un lugar en el que todos, sin excepción, se sientan a convocados a construir casa, familia y nación. un lugar, una casa, una familia llamada chile”, manifestó.
Agregó que “nos hace bien recordar aquí las palabras de San Alberto Hurtado: ‘Una Nación, más que por sus fronteras, más que su tierra, sus cordilleras, sus mares, más que su lengua o sus tradiciones, es una misión a cumplir’. Es futuro. Y ese futuro se juega, en gran parte, en la capacidad de escuchar que tengan su pueblo y sus autoridades”.
El máximo líder de la Iglesia Católica, quien definió a nuestra nación como un país generoso que mira con esperanza el futuro, pidió que se escuche a todos, a los pueblos originarios, a los niños, a los ancianos, a los jóvenes y a los migrantes, para así seguir construyendo y fomentando la multiculturalidad.
“El alma de la chilenía es vocación a ser, esa terca voluntad de existir. Vocación a la que todos están convocados y en la que nadie puede sentirse excluido o prescindible. Vocación que reclama una opción radical por la vida, especialmente en todas las formas en la que ésta se vea amenazada”, afirmó.