Descubren propiedades antinflamatorias de medicamento para hipertensos y enfermos renales.

El Dr. Luis Michea, médico y científico del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia, IMII, está investigando el uso de un medicamento llamado Espironolactona, el cual tendría importantes facultades antinflamatorias, (no encontradas en otras medicaciones), para tratar a pacientes que sufren hipertensión arterial.
Esta enfermedad silenciosa y de mayor frecuencia en nuestro país, es también una patología altamente peligrosa, ya que puede ocasionar daños graves en el riñón, corazón y arterias, aun cuando los pacientes cuenten con tratamientos para bajar la presión.
En Chile, este mal afecta a un 26% de la población mayor de 16 años, según la Encuesta Nacional de Salud, y a tres cuartas partes de los chilenos, sobre los 65 años.
“Hemos obtenido muy buenos resultados en experimentos con ratas hipertensas sometidas a una dieta alta en sal, demostrando que cuando suministramos este medicamento –bloqueador de la hormona aldosterona-, se logra disminuir la inflamación, lo que a su vez detiene el desarrollo de daño en el corazón, el riñón y las arterias. Pero lo más interesante es que, junto a esto, hemos visto que el fármaco aumenta la actividad de unas células del sistema inmune, llamadas tolerogénicas”, explica el Dr. Michea.
De acuerdo a ello, el investigador señala que también deben observar si a los animales sanos les pasa lo mismo que a los hipertensos, es decir, que aumenten las células antinflamatorias gracias a este medicamento. “Después de esto, podemos ver qué sucede en voluntarios humanos”, comenta.
¿Pero cuál es la diferencia entre tomar un antinflamatorio corriente y este fármaco en particular? Según comenta el especialista, los antinflamatorios comunes no deben utilizarse más allá de doce días, pues se ha visto que pueden ocasionar daño renal. “En cambio, la Espironolactona tiene otros mecanismos de acción, que no generan ese efecto nocivo”, explica.
EL ANTÓDOTO
La Espironolactona fue creada como un antihipertensivo diurético en los años 60’, período en que se utilizaban altas dosis, lo que a juicio de Michea resultó tener efectos negativos. Esto, debido a la excesiva acumulación de potasio, y también, porque en la población masculina el tratamiento generaba crecimiento del tejido mamario. Por estas razones, su uso en la población comenzó a decaer, hasta que más tarde, hacia el año 2000, empezó a ser utilizado nuevamente y de manera exitosa en algunas personas con insuficiencia cardíaca. Sin embargo, en estos pacientes se indicó en dosis mucho más bajas, de aproximadamente 25 mg diarios, lo que permite reducir sus efectos secundarios. Así entonces, y siguiendo esta trayectoria, los científicos del IMII hallaron que el fármaco, aplicado en estas dosis pequeñas, también cumplía una función benéfica en la duplicación de las células antinflamatorias, ayudando a proteger órganos y arterias.
Por otro lado, en fases anteriores de la investigación, los científicos del IMII advirtieron que contrarrestar el exceso de Aldosterona, es fundamental en muchos pacientes hipertensos, cuya causa etiológica está justamente vinculada a la existencia elevada de esta hormona -encargada de la reabsorción de agua y potasio desde el riñón-. Así, la convicción de los expertos es que atacando el origen del mal, los resultados terapéuticos son más efectivos.
UTILIZACIÓN EN TRASPLANTE RENAL
El Dr. Luis Michea anuncia que el próximo paso es iniciar un nuevo estudio clínico, en pacientes trasplantados de riñón. Los ensayos, se realizarán en aproximadamente 50 personas, quienes comenzarán a tomar el fármaco en bajas dosis, al cabo de tres meses de haber recibido el injerto –nuevo órgano-.
Estas investigaciones, ya iniciadas de forma experimental en células, cuentan con la participación de tesistas de postgrado, entre ellos, Daniel Hevia; nefrólogos del Hospital Clínico de la U. de Chile, e investigadores franceses.
Según explica el Dr. Michea, si bien el trasplante es una muy buena opción para los pacientes con enfermedad renal crónica terminal, pueden existir complicaciones tras la cirugía, como el hecho de que el nuevo riñón comience a fibrosarse, producto de la inflamación crónica. Esto, a pesar de la toma de inmunosupresores que se aplican de forma habitual. Por esta razón, el científico tiene altas expectativas en que el uso de espironolactona “ayude a prolongar la vida del nuevo riñón por más de 10 o 15 años, y que el paciente pueda llevar una vida más sana y normal”. También, esperan evitar el deterioro cardiovascular, que suele ser la principal causa de muerte en personas sometidas a trasplante de riñón.
Con estas estrategias, la preocupación del científico también se dirige a prevenir el daño renal antes de que sea pertinente un trasplante. Esto, considerando que los problemas asociados a este órgano son de gran impacto en Chile, y constituyen un tema de salud pública. De hecho, en nuestro país existen alrededor de 16 mil personas en diálisis, gasto que a su vez implica un 30% del presupuesto del Auge. Por otro lado, las cifras hablan de aproximadamente mil trasplantes renales al año.
“Estos descubrimientos son muy importantes, ya que la carga y sufrimiento de estas afecciones es tremenda, tanto para las personas como para el sistema. Si además, sabemos que la población chilena está envejeciendo, conjuntamente empieza a declinar la función renal. Y si a eso sumamos factores como la hipertensión, obesidad, el tabaco, o la diabetes, la cantidad de gente con daño renal va a aumentar considerablemente”, enfatiza.