Alumnos de Liceo de Putre revivieron esa tradición ancestral en Putre.
Varios meses de esfuerzo, estudio y dedicación implicó la preparación de la presentación de la tradición del Pachallampe, ritual andino para la siembra de papas en comunidad, que efectuaron alumnos de distintos niveles del Liceo Técnico Profesional “Granaderos” de Putre.
El director del colegio municipal, Raúl Huentecura, explicó que “esta es una de las actividades que reflejan nuestra educación intercultural, rescatando una tradición propia de la comuna. Los niños trabajaron junto a sus profesores durante meses y es un orgullo disfrutar hoy del producto que nos han entregado, especialmente porque tiene que ver con el rescate de una tradición y su transmisión a generaciones futuras”.
Los estudiantes, con apoyo de los profesores María Gutiérrez y Fabián Zapata, además de algunos integrantes de la comunidad, realizaron esta actividad contemplada dentro de la asignatura de Tecnología y en el Taller de Medioambiente correspondientes al sexto y séptimo básico.
Con talleres previos donde participaron cultores de esta tradición, los estudiantes aprendieron sobre el significado de esta manifestación, especialmente de los roles que cumple cada integrante que participa en este rito que forma parte del patrimonio cultural de Putre.
La Dirección del establecimiento dispuso durante los meses previos la habilitación de un terreno para la preparación del suelo que fue utilizado para efectuar la siembra.
Fue así que los estudiantes llegaron con trajes típicos y las tradicionales coronas con flores en sus cabezas, además de chontas (azadón o picota hispánica) y pillos para abrir la tierra y depositar las semillas de papas que serán cosechadas en los próximos meses.
La ceremonia incluyó la entrada de los músicos y los alumnos bailando el Pachallampe sobre el sector de la siembra. En paralelo, fue representado “El Negro” chicoteado por “El Patrón” para apurar la faena.
En esta ceremonia participaron mujeres abuelas de la comuna que enseñaron a los niños y niñas a usar la chonta para abrir la tierra y sembrar. Simulando que había transcurrido ya un día, entró al terreno el Juez de Paz, quien tuvo la misión de casar a las parejas que durante la ceremonia del día anterior, se habían comprometido. En ambiente festivo, se casaron las parejas y todo terminó con la invitación de los Alférez a disfrutar del esperado “fiambre” o almuerzo comunitario.
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