Por definición, la ética de los negocios es el arte o la ciencia de mantener una relación armoniosa con la sociedad o con varios grupos e instituciones privadas, públicas, comerciales, productivas y en especial relacionadas con la producción de bienes o servicios, precios, consumidores, salarios y muchas actividades vinculadas con la actividad económica.
Si bien la ética empresarial supone un código de conducta, implica también aceptar que las ganancias de las empresas sean justas y distribuidas entre todos; es decir, valorar al capital humano que es el que hace producir la empresa.
Quizás el gran desafío para 2019 es que las prácticas justas vinculadas a la ética dejen de ser vistas como actos de cortesía, porque, en pocas palabras, lo ético es tener valores morales en precios y salarios justos, dejando la miopía en la reducción de costos, o proveer a los clientes de una calidad inferior de la que se ofrece.
Es verdad que la ética de una compañía determina su reputación ante la sociedad, pero la ética de los buenos negocios es esencial para las metas a largo plazo y el éxito de una organización, y no debiera ser vista como un mero instrumento para logarlo, sino como un fin en sí mismo, incluso, a objeto de dejar un legado social e inspirar a otros a hacerlo bien.
Siempre obtendremos alguna ventaja si practicamos la ética empresarial en los negocios y sumar, además, el bien que le vamos a hacer a la sociedad, no da lo mismo. Actuar en la legalidad, pero alejados de la ética, tampoco es igual.
Bernardo Javalquinto
Académico Facultad de Economía y Negocios, U.Central