Mucho se ha escrito sobre las licencias médicas (LM) en las últimas semanas, y la noticia ha estado centrada en el atraso de los pagos de las mismas, el tipo de atención, los malos tratos y otros de similar índole. Es decir, en aspectos normativos y administrativos o simplemente de gestión. Sin embargo, en reunión con académicos e investigadores de la FAE-USACH, hemos levantado algunas preguntas sobre el problema, relacionadas con aspectos sanitarios graves que impactarían en lo económico por el desequilibrio que se produciría en el conjunto de factores, a nivel agregado.
En una entrevista con el experto en COMPIN, Dr. César Olivares Formas, quien fuera por años el Coordinador nacional de las COMPIN e introdujera significativos cambios a la estructura de aquellas, nos queda claro que este problema es algo más complejo de lo que parece, puesto que las condiciones actuales no son las del pasado reciente. El dato más relevante que nos entregó y que debiera encender las alarmas es que la variación porcentual real de licencias médicas FONASA entre el año 2000 (825.053) y el año 2017 (4.949.212), fue de casi un 500%, es decir en el año 2017 hubo 4.124.159 licencias más que el año 2000.
La Superintendencia de Seguridad Social (SUCESO), por su parte, nos reporta que el promedio de días perdidos por accidentes del trabajo el año 2006 fue de 13,4 versus los 16,2 del año 2017. Y que en cuanto al promedio de días perdidos por accidentes de trayecto el año 2006 fue de 20, versus los 25,9 del año 2017. Es decir, una variación porcentual, en el primer caso del 49% y de 60%, en el segundo.
Estas cifras debieran hacernos reflexionar acerca de cuales son algunas de las principales causas de este aumento, sus implicancias sanitarias y su efecto económico a nivel país, de manera de poder adelantarnos a ellas y así evitar esta situación, al parecer, en extremo crítica para nuestro país. Ya que de acuerdo a cifras entregadas por la comisión nacional de la productividad (CNP) el nivel de productividad en nuestro país, en el período 2000-2005 fue de 1,1%, en el período 2005-2010 fue de un 0,5%, en el período 2010-2015 cae a -0,3%, el año 2016 a -0,5% y el año 2017 a -0,2%. Es decir, ha habido una baja sostenida de la misma entre el año 2000 y el 2017.
¿No sería razonable pensar que el aumento significativo de licencias médicas está dando señales de que hay un aumento muy importante de la morbilidad de la población y que los accidentes laborales, pueden ser un síntoma de problemas de gestión, que impacta la condición de salud de las personas? Ambos hechos pueden estar privando al país de un factor clave para la economía y su desarrollo. En consecuencia, los presupuestos de Salud y Seguridad social, no deben ser vistos como gasto sino como inversión. Pues la salud y la seguridad social que son bienes en sí, adquieren una dimensión mayor cuando se analizan sus efectos prácticos. El daño a las personas, a las familias, a las organizaciones y consecuentemente al resultado agregado de los factores.
Hacemos votos porque la incipiente relación entre las escuelas de economía y medicina de nuestra Universidad, se concreten para abordar los distintos aspectos que tiene la carencia de salud en la población productiva, reflejada en las licencias médicas, y el impacto en las personas, las familias, las organizaciones y consecuentemente al resultado agregado de los factores.
Una relación como la señalada permitiría contar con evidencia técnica, en aspectos importantes de nuestra sociedad, para proponer la generación de buenas políticas públicas. Una Universidad de excelencia y pública como la nuestra está llamada a hacerlo.
Adrián Torres Canales
Escuela de Medicina Universidad de Santiago de Chile