Para un gran número de chilenos, y especialmente para las empresas, el mes de abril es sinónimo de pago de impuestos. Sin embargo, entre los miles de contribuyentes que presentaron su declaración tributaria este año en que celebramos el Año de la Innovación, hubo quince empresas que marcaron la diferencia en un aspecto que es de gran importancia para el desarrollo futuro del país: pudieron aplicar una rebaja a sus impuestos anuales como consecuencia de haber destinado fondos a algún proyecto de investigación y desarrollo (I+D).
A pesar de que el monto global que estas compañías pudieron aplicar en total como rebaja tributaria apenas superó la cifra de US$ 1 millón, cabe destacar que son las primeras y que se trata de una proporción significativa del esfuerzo que acreditaron ante Corfo: un 35% de la inversión que realizaron durante los primeros cuatro meses de vigencia de la nueva Ley I+D, instrumento que otorga este beneficio a toda empresa que destine recursos para proyectos de investigación y desarrollo.
Antecedentes preliminares disponibles nos permiten predecir que las rebajas tributarias que se van a registrar al amparo de la nueva Ley aumentarán significativamente en el corto plazo. Basta con señalar que a esta fecha contamos con 160 empresas que han manifestado la intención de hacer uso de este instrumento, por un monto total de inversión de aproximadamente US$ 163 millones. Y si bien se trata de declaraciones de intención, constituyen un anticipo de un universo de inversiones en I+D muy significativo, que a futuro podrán hacer uso de este incentivo.
Desde Corfo hemos reforzado nuestras acciones y esfuerzos para concretar esta proyección, y ojalá a futuro esa cifra se vea superada. No cabe duda de que mientras más compañías utilicen la franquicia tributaria que otorga la ley para las actividades de I+D, la posición competitiva de Chile se verá fortalecida, ya que se irá solidificando uno de los pilares fundamentales sobre los que descansa el desarrollo de los países en un contexto globalizado, en que la disponibilidad de conocimiento aplicado otorga una ventaja fundamental. La proporción del PIB que Chile destina a I+D es todavía muy bajo (menos de 0,5%), encontrándose en los últimos lugares entre los países que conforman la OCDE. Es por ello que el Gobierno se ha propuesto la meta de duplicar esta proporción en los próximos años, para así disminuir la brecha que nos separa de los países más industrializados, que, en promedio, destinan un 2,3% del PIB a actividades de I+D.
La nueva ley de incentivo tributario a la I+D introdujo cambios de gran relevancia, destacando la posibilidad de acreditar este beneficio para las actividades de investigación y desarrollo que se realicen al interior de las empresas (antes sólo se podía postular si había de por medio un contrato suscrito con un centro de I+D registrado en Corfo), y ampliando el beneficio anual a aproximadamente US$ 1,2 millones, tres veces lo que era bajo la legislación anterior. Con las modificaciones aplicadas queremos convertir a esta normativa en un instrumento relevante y de alto impacto para mejorar la capacidad competitiva de las empresas chilenas. Cada vez es más urgente que las empresas, sin importar su tamaño, región o sector económico, valoren la inversión en I+D como un factor clave para su competitividad, incorporándola como una actividad de carácter permanente y sistemática.
Acá no se trata de hacer un llamado al sector privado a asumir el desafío de innovar y de destinar recursos a I+D bajo una perspectiva de “responsabilidad social”. Se trata de hacer un llamado de alerta para seguir este camino como fuente de sustentabilidad en el largo plazo, para no verse desplazados del mercado en un mundo crecientemente competitivo. Y esta invitación va acompañada de incentivos concretos, tomando en cuenta que este tipo de actividades genera externalidades positivas al resto de la sociedad.
El mensaje es claro: si existe más inversión empresarial en investigación, desarrollo e innovación nuestras empresas se volcarán a la generación de nuevos y mejores productos y servicios, logrando diferenciarse en su oferta y abriéndose a mercados globales. Para que el sector privado acoja este llamado es fundamental que lo vean como una necesidad, más que como una opción. El mejor aliciente es la competencia, y con esa visión el Gobierno continuará realizando esfuerzos para emparejar la cancha, permitiendo el ingreso de nuevos entrantes a las distintas industrias.
Hernán Cheyre V.
Vicepresidente Ejecutivo CORFO