Han pasado casi 60 años desde que se iniciara la comercialización de la “píldora” en EE.UU. Distribuida como anticonceptivo oral, esa pequeña pastilla marcó un hito histórico para las mujeres, en cuanto les permitió, por primera vez, desvincular su vida sexual de la maternidad. El uso masivo de este pequeño fármaco revolucionó, sin duda, la vida de las generaciones futuras. De esta forma, las mujeres pudieron planificar su decisión de ser madres.
Décadas más tarde, la irrupción definitiva de la mujer en todas las esferas de la sociedad: trabajo, estudios, desarrollo personal, etc., ha transformado esta planificación en postergación. La que año a año incide en bajas tasas de natalidad, debido a lo difícil que se vuelve lograr un embarazo después de los 40 años.
Lamentablemente, el “reloj biológico” femenino no siempre está alineado con las expectativas laborales, madurez emocional, búsqueda de pareja, estabilidad económica, y tantos otros aspectos, que hoy día son factores a ponderar antes de decidir ser madre.
Por ello, la vitrificación de ovocitos, técnica que permite preservar el óvulo en óptimas condiciones para ser usado cuando la mujer quiera, se ha transformado en una verdadera revolución, entregando la posibilidad de ser madre cuando se desee.
Un acto tan sencillo como solicitar a su ginecólogo un examen de sangre para medir la hormona antimulleriana, permite que una mujer conozca su reserva ovárica y pueda planificar así, el momento de su maternidad.
El análisis de esta hormona sirve para ver cuántos óvulos válidos todavía tiene la mujer en los ovarios, por lo que, no sólo es indispensable para iniciar un tratamiento de vitrificación de ovocitos, sino que por sobre todo para saber el estado de mi fertilidad.
A medida que aumenta la edad de la mujer disminuye su número de ovocitos, por lo que es importante informarnos. Resulta vital revisar la reserva ovárica a partir de los 30 años, e incluir como parte de los chequeos de salud el estado de la fertilidad.
Un estudio reciente realizado por IVI España, a más de 3 mil mujeres en 2018, estableció que el 24%, de entre 30-34 años, presenta una reserva ovárica disminuida. Lo que resulta inquietante.
La fecundidad es un asunto individual, sin duda, pero de trascendencia social. Tiene repercusiones directas en el adecuado recambio poblacional, necesario para que un país crezca. Cada vez tenemos menos niños y eso es un problema de todos. Por lo mismo, la divulgación de información oportuna es fundamental.
Lo óptimo es preservar entre los 25 y los 35 años. Posteriormente también se puede hacer pues la supervivencia de los ovocitos es similar, pero las tasas de éxito de embarazo disminuyen.
Hoy contamos con esta herramienta valiosa que, siendo bien utilizada, otorga un control real de las mujeres sobre su fertilidad y la posibilidad de ser madres.
Dra. Rose Meier Furst
Ginecóloga especialista en medicina reproductiva de IVI Santiago.
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