El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 no fue uno de los típicos en la historia de América Latina, éste fue el inicio de un completo cambio en la estructura del país. Aunque si bien hubo discusiones al comienzo, había militares que estaban más bien por mantener el sector público de la economía. Finalmente, fue impuesta la estrategia de la privatización y las empresas públicas fueron vendidas a empresarios para que la fueran pagando en cómodas cuotas con lo que fueran ganando, así ocurrió con Soquimich, con la CAP, etcétera.
Esto en alguna medida se mantiene, son empresas que incluso han cambiado mucho de dueño. No es mi interés el decir qué hubiese sido mejor, pero de que fue una expropiación del capital de todos los chilenos a manos privadas no cabe ninguna duda, no fueron meras privatizaciones, sino que los dueños eran personas vinculadas al régimen y las compraban a un precio especialmente bajo para ellos.
La dictadura también implicó mermas en los temas laborales, la Central Única de Trabajadores de aquel entonces no es lo mismo que la Central Unitaria de nuestros tiempos, hoy puede haber más centrales, lo que de partida resta mucha fuerza en lo sindical. Por otra parte, las negociaciones antes se hacían por ramas, negociaban los trabajadores textiles, negociaban los ferroviarios, negociaban los trabajadores de establecimientos comerciales sin importar a qué empresa pertenecían; hoy se debe negociar por empresa, pero en atención al Rut que tengan.
Con la post dictadura, durante los gobiernos de la Concertación el país creció mucho, hubo mucha gente que logró salir de la pobreza, pero la desigualdad que sin duda creció durante el régimen militar se mantuvo hasta estos tiempos. Al no tener las organizaciones sociales la capacidad de negociación que antes les era propia, la mejor parte de la riqueza del país se la quedó el interés privado, pasando a los trabajadores una minúscula parte de ella; es por eso que el cambio que necesita el país se refiere a este tipo de temas, una mejor dirección del Estado en la economía y terminar con que las empresas se manejen por sí solas; debemos devolver a los trabajadores su capacidad de negociación y todas aquellas cosas que se perdieron durante la dictadura.
Este día lo recordamos con mucho dolor, por lo que habrá conmemoraciones en muchas partes de Chile y el mundo. Un hecho que felizmente conseguimos, y recién en 1998, fue el eliminar el feriado del 11 de septiembre, que era una bofetada en el rostro de la mayor parte de la gente en este país ya que no había nada qué celebrar.
Recordamos esta fecha haciendo compromisos en vísperas de un plebiscito que es tan importante para cambiar estas cosas, la gente lo pidió y lo pide, y es la gente la que tiene la decisión de cambiarlas este 25 de octubre en las urnas.
José Miguel Insulza
Senador por Arica y Parinacota
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