Experimentos demostraron que preservante de alimentos retrasa progresión de Esclerosis Lateral Amiotrófica, patología mortal que afecta a unos 400 chilenos.
Estadísticas señalan que alrededor de 400 chilenos padecen Esclerosis Lateral Amiotrófica, enfermedad neurodegenerativa, que ataca a células especializadas del sistema nervioso llamadas motoneuronas, provocando una parálisis muscular progresiva, que puede ocasionar la muerte. Esta patología, la misma que afecta al científico estadounidense Stephen Hawking, se desarrolla principalmente en hombres sobre los cuarenta años, y aún no tiene cura.
Sin embargo, en Chile los científicos del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica, BNI, están descubriendo los mecanismos implicados en el origen de ELA y, asimismo, una nueva terapia que espera mejorar la calidad de vida de los pacientes. Ambos, avances que fueron destacados a nivel internacional.
PRESERVANTE EFICAZ
Uno de los hallazgos, liderado por el Dr. Claudio Hetz -director alterno de BNI- fue publicado recientemente y se refiere al uso de un preservante de alimentos llamado Trehalosa, cuyo empleo en modelo animal demostró que puede retrasar la progresión de este mal, disminuyendo los síntomas y mejorando la espectativa de vida.
El estudio, se inició el año 2009 con apoyo de la Asociación de Distrofia Muscular de Estados Unidos, revelando que el suministro de esta droga contribuía de forma eficaz a la limpieza de las neuronas afectadas, proceso denominado autofagia. “En el transcurso de las investigaciones, comprobamos que cuando las motoneuronas lograban aumentar la capacidad de eliminar proteínas alteradas (“basura celular”) en su interior, era posible generar un evento beneficioso, que es retrasar la enfermedad”, señala Claudio Hetz.
Si bien no se puede hablar de cura, el impacto del descubrimiento es vital en el ámbito médico, ya que de acuerdo al especialista, actualmente solo existe un fármaco para los pacientes: Riluzol, el cual mejora la aparición de los síntomas marginalmente, pero no la sobrevida.
Pero además, el avance siembra esperanzas en pacientes familiares, ya que actualmente, las personas con ELA dejan de ser autovalentes y fallecen en un curso promedio de tres a cinco años luego del diagnóstico, hecho que implica un alto costo económico y humano.
Con estos antecedentes, el próximo paso es llevar la estrategia a seres humanos. De acuerdo a ello, el Dr. Hetz comenta que hay interés por iniciar estudios clínicos en Inglaterra en la enfermedad de Huntington por grupos de ese pais. Afortunadamente, la existencia de Trehalosa en el mercado – y su aprobación por la Food And Drugs Administration, FDA- es para el investigador, una buena señal de que la sustancia no traerá efectos nocivos en personas. Además, el suministro de ésta debiera ser sencillo, vía oral.
“A pesar del interés generado en el ámbito internacional, nuestro gran anhelo es realizar un ensayo clínico acá en Chile en el futuro, utilizando estas nuevas herramientas terapéuticas para mejorar la calidad de vida. Por eso, si logramos que un paciente con ELA logre aumentar su expectativa en cinco años más, ya tenemos un gran avance”, explica.
MECANISMOS DE ELA
El segundo estudio, publicado en la Revista Plos One, fue codirigido por la Dra. Soledad Matus y el Dr. Claudio Hetz, y se refiere a los mecanismos implicados en el desarrollo de la patología. En la oportunidad, los expertos descubrieron que existe un factor de trascripción llamado ATF4, que estaría involucrado en el control del estrés celular y en la apotosis, es decir, la muerte celular de estas neuronas especializadas.
Los experimentos realizados en modelo animal –ratones transgénicos con ELA- , demostraron que cuando este factor era inhibido o suprimido, se generaba una disminución considerable de los síntomas. Por otro lado fue posible mapear efectos de este factor incluso previo al nacimiento de los ratones que desarrollaran ELA.
Para Claudio Hetz, este hecho supone que los eventos patológicos que llevan a la enfermedad ocurren tempranamente y que los casos genéticos incluso podrían manifestarse durante el desarrollo embrionario. “Esto, nos indica que debemos generar estrategias de diagnóstico temprano, para detectar la enfermedad antes que se presenten los síntomas”, comenta. Este estudio da luces importantes y esperanzas en este punto.
Enfermedad progresiva
La Esclerosis Lateral Amiotrófica, es una de las patologías neurodegerativas más frecuentes en adultos, con una incidencia anual de dos casos cada cien mil habitantes. Afecta principalmente a hombres, entre los 40 y 70 años, y su tasa de mortalidad es similar a la que provoca el Melanoma (cáncer a la piel). El 90% de los casos es de origen espontáneo, mientras que el 10% tiene una causa de tipo genética o hereditaria, como sucede con el científico Stephen Hawking.
Según explica Claudio Hetz, el daño provocado por ELA ocurre porque al interior de las motoneuronas, existen proteínas cuya estructura molecular tridimensional se altera. En otras palabras, éstas se “deforman”, generando acumulación de moléculas que son altamente tóxicas para estas células y que pueden llevar a su muerte.
Producto de ello, la enfermedad comienza a generar parálisis progresiva, con un efecto en la pérdida motora de las extremidades, “esencialmente en los músculos voluntarios: piernas, cuello y otros”, según comenta la Dra. María Soledad Matus.
Sus síntomas tempranos, si bien varían de un sujeto a otro, se manifiestan en una pérdida progresiva del control de los movimientos voluntarios. Así, los pacientes tropiezan o se le caen objetos, sienten fatiga en brazos o piernas, presentan dificultad para hablar y sufren calambres musculares y tics nerviosos.
La debilidad muscular también influye en el caminar y genera problemas de coordinación en extremidades como las manos y piernas, afectando las actividades cotidianas. Progresivamente también, aparecen movimientos musculares anormales como espasmos, calambres y pérdida de masa muscular. Al mismo tiempo y mientras se desarrolla, ocasiona parálisis al tronco que incide en problemas para masticar, tragar y respirar, llegándose a la necesidad de recurrir a la ventilación mecánica. Finalmente, la muerte puede ocurrir debido a un paro respiratorio. Sin embargo, no se observa daño cognitivo en estos pacientes, quienes suelen estar conscientes de todo lo que sucede a su alrededor.
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