La presidencia peruana presenta algunas incógnitas, internas y externas, aunque comienzan a develarse. Morigeró posiciones, desde el marxismo hacia un reformismo. Sus palabras de Asunción lo reflejaron, pero su gabinete no, incluidos su jefe y canciller. Afirma representar al pueblo, por y para el pueblo, más gestos simbólicos, como la sede e indumentaria.
Su equipo político militante deberá confirmarlo el Parlamento. Nada fácil al estar fragmentado. Sacó y nombró cuatro presidentes en un año. ¿Lo disolverá si se opone? Tiene un país ideológicamente dividido y diverso, entre la costa, la sierra y la amazonia, además de múltiples necesidades agudizadas y que exigen soluciones.
Castillo representa lo rural, por primera vez, y requerirá de gobernabilidad y habilidad política, que desconocemos. O se inspirará en la ya antigua izquierda dura peruana.
En lo externo, sus vecinos no coincidentes como, Brasil, Colombia, Ecuador y Chile, con la excepción de Bolivia, desean pragmatismo por sobre las divergencias doctrinarias. Los Jefes de Estado invitados al asumir lo expresaron. Igualmente, representan los intercambios, las inversiones y acuerdos comerciales vigentes, ahora en manos todavía indecisas del nuevo gobierno.
Cualquier cambio al respecto, ciertamente, traerá problemas externos y perjudicará a todos. Todavía se acrecientan incógnitas difíciles de predecir.
Samuel Fernández Illanes
Abogado y académico UCEN