En Chile, el 1% de la población acumula el 25% de toda la riqueza generada en el país. Esta desigualdad tiene bases históricas muy fuertes que se han ido fijando con la configuración de un modelo más neoliberal, de privatizaciones, de liberalización del suelo y de la economía.
La desigualdad, en sus múltiples dimensiones, es el gran drama que vive la población chilena. Es la raíz que explica la rebeldía, el hastío y la protesta manifestada por el pueblo chileno.
Cuando las diferencias son demasiado grandes, limitando las posibilidades de quienes tienen desventajas para alcanzar a reducir esas brechas, éstas se vuelven imposibles de superar y entonces nuestro principio de igualdad entre los seres humanos es vulnerado.
Y mientras se delibera soberanamente el orden que Chile se dará por las siguientes décadas, debemos ser capaces de ir modificando esta dramática realidad, para que responda efectivamente a las profundas ansias de dignidad, libertad, justicia y certezas que palpitan en nuestro territorio.
Por ello, por quién se vote este 21 de noviembre no da lo mismo. Con la alternativa progresista nos proponemos iniciar un nuevo ciclo histórico. Un proceso abierto al aporte democrático, enriquecedor y progresivo de las futuras administraciones. Nos planteamos poner la primera piedra de una estrategia de desarrollo justo y sostenible, que nos permita ir más allá de la acumulación de capital físico y la explotación de recursos naturales, y que oriente los esfuerzos hacia la innovación, el emprendimiento, el desarrollo de capital humano avanzado, la ciencia y la tecnología. Simultáneamente a estas iniciativas, sentaremos las bases sociales, económicas e institucionales de una sociedad de derechos garantizados que dignifique a las personas y fortalezca a las comunidades.
José Miguel Insulza
Senador de la República