Recientemente una ministra de estado anunció un alza al impuesto específico a los combustibles, ocasionando un terremoto no con medición en la escala de Mercalli sino con un alto grado de impacto negativo en la mayoría de la población chilena, abriendo el debate si hay que eliminarlo.
El impuesto específico es el gravamen que establece la ley tributaria aplicada al diésel y a la gasolina. Fue creado para financiar la reconstrucción de las carreteras y caminos dañados durante el terremoto de marzo de 1985. Argumentando que si el evento para el que se creó fue superado, el impuesto debería bajar al nivel previo al terremoto de 1985. Sin embargo, actualmente varias carreteras del país son concesionadas. ¿Entonces, es necesario mantenerlo o disminuirlo?
Han transcurrido 38 años desde su aplicación y hoy sigue siendo un tema controvertido, porque además de perjudicar directamente a la clase media, por el aumento en el precio del combustible, también lo hace a los más vulnerables.
Este impuesto funciona cuando se paga la bencina o diesel, además de su valor de mercado, se debe pagar el IVA y el Impuesto Específico a los Combustibles. Para la gasolina de 93 octanos el impuesto específico sería de un 46% aproximado del precio final y para el diesel un 23% del mismo precio. Lo anterior sin considerar el MEPCO.
Detrás de este impuesto específico se encuentran otros servicios que se ven afectados como los valores de los pasajes de la locomoción colectiva y los fletes, entre otros, agobiando directamente el bolsillo de los chilenos.
Obviamente una disminución o eliminación de este impuesto sería un beneficio para la clase media y los sectores más vulnerables. Junto a los servicios indicados anteriormente, favorecería por ejemplo a los feriantes y a las pymes por la disminución de costos directos que se vería traspasado y reflejado en el precio final del producto.
Sin embargo, las empresas de transportes de carga tienen el beneficio de recuperar el impuesto específico al diésel, en calidad de crédito fiscal, a nivel nacional y especialmente a quienes transportan carga al extranjero.
Hay una cosa que podemos afirmar con seguridad: hay mucha gente que no quiere que exista este impuesto, pues lo consideran un “golpe” contra los bolsillos. Sin embargo, a la fecha ha sido difícil eliminar, reemplazar o incluso disminuir, sino por el contrario, “anunciar” un alza a este impuesto controvertido.
Guillermo Fuentes Contreras
Director de carrera Contador Auditor UCEN
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