El 21 de Mayo de 1879 Chile disputaba la Guerra del Pacífico contra Perú y Bolivia. Ese día se encontraron las fuerzas navales chilenas y peruanas, con una evidente desproporción en cuanto a poderío. Pese a las circunstancias difíciles y adversas, la Esmeralda y la Covadonga combatieron con decisión y valentía. En esos combates navales emergió con fuerza la imagen de Prat. Su figura hasta hoy es considera un símbolo de unidad nacional, a pesar de las dificultades, divisiones y frustraciones que muchas veces enfrentamos como país.
El 21 de Mayo la corbeta Esmeralda y la goleta Covadonga estaban a cargo de la vigilancia del puerto de Iquique, mientras el grueso de la Armada chilena intentaba un ataque sorpresa en el Puerto de Callao. Paralelamente, el blindado Huáscar y la fragata Independencia zarpaban rumbo a Arica para llevar suministros al resto de las tropas peruanas, cruzándose y desatando el Combate Naval de Iquique. La Esmeralda se hundió producto de un espolonazo del Huáscar y Perú perdió el buque Independencia, que chocó con una roca y luego se rindió en Punta Gruesa, bajo el fuego de la Covadonga.
Las palabras que Prat dirigió a sus hombres, que inician con “muchachos, la contienda es desigual. Nunca se ha arriado nuestra bandera al enemigo”, son ampliamente conocidas, un texto infaltable en las clases de Historia. Pero ¿cómo se consiguió ese registro? Esta arenga se traspasó a través de cartas de oficiales sobrevivientes que fueron mantenidos como prisioneros en Iquique. En ellas casi todos mencionaban esas palabras y de esta forma se fue construyendo el discurso. El texto oficial se publicó en el periódico El Ferrocarril, el 31 de mayo de ese mismo año y fue escrito por el teniente Luis Uribe, quien asumió el mando de la Esmeralda tras la muerte de Prat.
Los restos de la Esmeralda están en el fondo del mar, frente a la bahía de Iquique. Una boya recuerda la zona donde se hundió, conocida como Boya Esmeralda. En el Paseo Lynch, también en Iquique, es posible visitar el Museo Corbeta Esmeralda, una representación a escala real de la embarcación. El Huáscar fue capturado por Chile en octubre de 1879, en el Combate Naval de Angamos. Hoy el acorazado se encuentra en el Puerto de Talcahuano, en la Región del Biobío, donde funciona como museo. En él es posible ver la carta que su comandante, Miguel Grau –con gran caballerosidad y respeto–, envió a la viuda de Prat, Carmela Carvajal, para devolver sus prendas. En el escrito le manifiesta sus condolencias y le asegura que el chileno fue “víctima de un temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria”.
Después del Combate Naval de Iquique surgió en el país una verdadera “pratmanía”. Muchos niños fueron bautizados como Arturo y mujeres como Esmeralda. Esta no solo fue relevante en la comprensión de su labor histórica, sino también en el curso de la guerra. Incluso el poeta nicaragüense Rubén Darío, que vivió en Chile después del conflicto, destacó el valor de la Armada y de Prat en su Canto épico A las Glorias de Chile. De él se desprenden versos como “¡Y Prat! He aquí la cumbre; he aquí la sacra lumbre inmortal, la epopeya en el abismo, el valor soberano; leyenda de heroísmo sobre el hondo océano. Prat resplandece, inspira”.
Arturo Prat fue sepultado el 22 de mayo de 1879 en el cementerio de Iquique. Posteriormente, durante el gobierno de José Manuel Balmaceda, fue trasladado a Valparaíso, donde junto a otros mártires recibieron sepultura definitiva con honores, el 21 de mayo de 1888. En el lugar se levantó el Monumento a los Héroes de Iquique, en la Plaza Sotomayor, frente a la Intendencia de Valparaíso.
Para muchos esta fecha tiene un rasgo curioso, pues algunos, irónicamente, mencionan que Chile celebra sus derrotas. Este es un asunto mucho más complejo. Chile no celebra una derrota. Prat dirigió una embarcación de madera para enfrentar a un acorazado. Era David contra Goliat y, pese a eso, rendirse nunca fue una opción. Con la espada desenvainada saltó al Huáscar sabiendo que iba al encuentro de la muerte, pero también de la gloria. Fue una derrota momentánea y una victoria para siempre. La gesta de Iquique representa el patriotismo en su máximo esplendor.
Alejandro San Francisco
Director del Instituto de Historia de la Universidad San Sebastián
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