En la madrugada de este viernes 28 de junio se produjo un terremoto de magnitud 7 en Arequipa, zona ubicada al sur de Perú, lo que provocó momentos de intensa preocupación entre los habitantes locales.
El epicentro del sismo se localizó a una profundidad de 42 kilómetros y a 54 kilómetros del distrito costero de Yauca.
Perú, ubicado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, registra una alta actividad sísmica debido a la interacción de placas tectónicas en la región.
Aunque el terremoto de hoy ha sido notable, no alcanza la magnitud del devastador sismo de 7.9 ocurrido en agosto de 2007 en Pisco, el cual causó la pérdida de más de 500 vidas humanas, recordando la vulnerabilidad constante de la región frente a eventos naturales de esta índole.
Inicialmente desencadenó una alerta de tsunami por parte de la Dirección de Hidrografía y Navegación de la Marina de Guerra del Perú.
Aunque no se reportan hasta ahora víctimas fatales, el terremoto causó daños materiales significativos en diversas localidades de Arequipa.
Se informó que Lomas y Yauca fueron los pueblos más afectados, donde también se sintieron dos réplicas de magnitud 4.0 y 4.2 en un lapso de menos de una hora. Los efectos sísmicos se hicieron sentir incluso en la capital peruana, Lima.
Este evento sísmico se suma a una serie de movimientos telúricos recientes en la zona, incluidos dos sismos de magnitud 5 y 5.7 que tuvieron lugar el pasado sábado en Yauca.
El Gobierno peruano ha informado a través de las redes sociales sobre la activación del Instituto Nacional de Defensa Civil, el cual se encuentra en alerta máxima para evaluar posibles daños y coordinar las acciones necesarias en colaboración con los ministerios pertinentes y el poder ejecutivo.
Perú, ubicado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, registra una alta actividad sísmica debido a la interacción de placas tectónicas en la región. Aunque el terremoto de hoy ha sido notable, no alcanza la magnitud del devastador sismo de 7.9 ocurrido en agosto de 2007 en Pisco, el cual causó la pérdida de más de 500 vidas, recordando la vulnerabilidad constante de la región frente a eventos naturales de esta índole.