La NASA ha revelado que la Luna posee túneles subterráneos que podrían ser la clave para que astronautas pasen largas temporadas en su superficie (y debajo).
Los científicos han confirmado por primera vez la existencia de un túnel subterráneo cerca del lugar de alunizaje de la primera misión tripulada a la Luna, la nave Apolo 11 en 1969. El descubrimiento mediante tecnología de radar pone fin a medio siglo de especulaciones sobre la supuesta existencia de cuevas bajo la superficie lunar: las estructuras podrán ser aprovechadas como refugios en próximas misiones tripuladas a nuestro único satélite natural.

Por al menos 50 años, la ciencia ha debatido la existencia de túneles en la superficie de la Luna. Sin saber con certeza su contenido o siquiera si son reales o no, se ha teorizado sobre su posible origen, contenido y sobre todo utilidad. El nuevo estudio publicado por Nature Astronomy contiene información del pozo lunar Mare Tranquillitatis. Explorado por el Lunar Reconnaissance Orbiter de la NASA, este agujero en la superficie de nuestro satélite ha revelado ser un túnel de lava.
Si bien es cierto que las condiciones de la Luna hacen imposible que un ser humano pueda pasar mucho tiempo en su superficie, este nuevo descubrimiento abre la posibilidad de estancias más largas en el satélite ya que estar bajo «tierra» podría proporcionar una protección nunca antes vista. Estos agujeros ofrecen el resguardo de la radiación y de los impactos de objetos espaciales, razones que no habían permitido largas estancias en la superficie lunar.
“Gracias al análisis de la información pudimos crear un modelo de conducto”, explica Leonardo Carrer, investigador dee la Universidad de Trento, Italia. “La explicación más viable nes que se trate de un tubo de lava vacío.
Este descubrimiento proporciona la primera evidencia directa de un tubo de lava accesible bajo la superficie de la Luna. En distintos proyectos para futuras misiones tripuladas, estas cuevas se han indicado como una alternativa plausible para crear refugios para astronautas y personal técnico. “Gracias al análisis de los datos pudimos crear un modelo de una parte del conducto. La explicación más probable para nuestras observaciones es que se trata de un tubo de lava vacío”, agregó en el comunicado Leonardo Carrer, autor principal del estudio.