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Las declaraciones del Ministro Nicolás Eyzaguirre sobre financiar sólo los primeros cuatro años de estudios superiores con recursos del Estado dan cuenta de un debate que, además de las incongruencias entre las promesas de campaña y la realidad actual del gobierno, ha estado marcado desde el Ejecutivo por la importancia de las cifras en desmedro de una cuestión vital y clave para el logro de todo objetivo como son las personas o capital humano.

Porque, mientras algunos continúan teorizando y buscando fórmulas para cumplir con la gratuidad en educación, las niñas y niños de Chile, además de profesores, padres y apoderados, continúan esperando un debate serio, con altura de miras y que propicie de una buena vez una definición clara en torno a calidad de la educación, en una cuestión que está por sobre el origen económico o social y que se focaliza en las potencialidades de nuestros jóvenes y el fomento de sus habilidades o talentos a través de los procesos de enseñanza – aprendizaje permitiendo, por ejemplo, la tan anhelada y muchas veces esquiva movilidad social.

Cuando el Ministro Eyzaguirre menoscaba, entre otros, el rol en la sala de clases como instancia transformacional denota su falta de sensibilidad y conocimiento al respecto, porque es precisamente allí donde el profesor interactúa y conoce a sus estudiantes y viceversa.Es en el aula donde se generan las confianzas, se establecen los vínculos y se plantean las metas educativas que van más allá del aprendizaje de las asignaturas, complementándose con las denominadas competencias o habilidades blandas, entre otros. Son esos metros cuadrados donde podemos comenzar a ganarle la batalla a la desigualdad y a generar oportunidades que repercutan directamente en la disminución de las brechas de desigualdad, contribuyendo a la disposición de una sociedad más justa, amplia y con oportunidades para todos.

Uno de los objetivos de la educación es proveer a las personas de instrumentos para su desarrollo. Por esta razón es fundamental que, desde temprana edad, los individuos cuenten con una preparación en el aula que les brinden esas capacidades y, a la vez, fomente rasgos de raciocinio que los preparen para hacer frente a diferentes etapas, situaciones y contextos a lo largo de sus vidas.

Chile necesita un cambio de mentalidad y disposición por parte de cada uno de los partícipes en el proceso educativo en virtud de un compromiso real con la educación como un pilar social clave para el crecimiento y equidad de nuestro país.

Difícilmente podrán encararse estos desafíos si la atención continua puesta sólo en temas numéricos y económicos como los que hoy se discuten y se promueven soluciones que apuntan a uniformar la educación bajo la administración del Estado, lo cual además de coartar la libertad tanto de elección como de enseñanza, amenaza con hacer que el país retroceda en términos de la calidad del aprendizaje que reciben nuestros estudiantes, con el consiguiente deterioro al prestigio del ejercicio y profesión docente.

Rodrigo Durán Guzmán

  • Integrante de la Comisión de Educación. Estamento de Profesionales. Movimiento Amplitud.
  • Magíster © en Comunicación Internacional. UDP
  • Diplomado en Comunicación Corporativa. PUC
  • Periodista. UDP.