Fue víctima de un accidente carretero en la ruta internacional Arica- La Paz.
BOLI
Un niño boliviano de 8 años, víctima de un accidente carretero en la ruta internacional entre Arica y La Paz el pasado 30 de diciembre de 2014, fue exitosamente tratado de un severo traumatismo en su pierna derecha, en el Hospital Regional de Arica Dr. Juan Noé, lo que le permitió salvar su extremidad y volver a caminar.
Así lo dio a conocer el traumatólogo Julio Veas, profesional que fue becado por el Servicio de Salud Arica (SSA) y que retornó al centro asistencial el 2013, quien detalló que el pequeño Pablo Prudencio Aramayo recibió un tratamiento de última generación que no tuvo nada que envidiar a los centros de referencia, en Santiago, del sistema público.
Así lo corroboró la madre del niño, Carmen Aramayo Pastén, oriunda de La Paz, quien, junto con agradecer al facultativo y a los equipos del Hospital, declaró que, en estos cinco meses, desde su ingreso a la UCI pediátrica hasta su derivación al centro Teletón para kinesioterapia “ha sido magnífica la atención que le ha dado a mi hijo todo el personal. Han sido muy competentes. Lo trataron excelente”.
Tanto el doctor Veas como la madre coincidieron en que la recuperación de Pablo ha sido muy rápida, ya que está volviendo a caminar, ahora con el apoyo de un burrito, pero con la proyección de completa autonomía en el corto plazo.
El traumatólogo comentó que durante el pasado fin de año, debido al aumento del flujo de pasajeros desde Bolivia, es frecuente este tipo de heridas graves a causa de accidentes, aunque no en personas tan pequeñas. “Los ciudadanos extranjeros quedan bastante agradecidos de lo que el hospital les ofrece. Independiente de su nacionalidad, tenemos que hacer el mejor esfuerzo para rescatar las extremidades, independiente de los costos que tengamos que asumir. No les podemos negar la atención”, dijo.
Respecto al caso de Pablo, detalló que llegó de urgencia con múltiples fracturas expuestas en la pierna derecha, con pérdida de piel y músculo, por lo que la amputación era la opción más temida por el equipo médico.
Sin embargo, acotó, se hizo el esfuerzo por salvar la extremidad. Durante dos meses, en la UCI del servicio de pediatría, el equipo trabajó para poner una fijación externa para mantener los huesos en su lugar, quitar la infección y, por último, injertar piel del muslo derecho sobre la herida. En este proceso, el hospital utilizó el sistema de cierre de heridas con asistencia al vacío o VAC, por sus siglas en inglés.
“El VAC nos permite generar una membrana sobre la zona expuesta. Genera un vacío y va recolectando los fluidos que salen de la lesión. Nos permite la limpieza de la herida, oxigenarla y evitar la infección. Y eso genera un buen lecho, un tejido granulatorio, sobre el cual podemos injertar otros tejidos. Es ideal para heridas con pérdida de cobertura cutánea, porque acorta los tiempos de hospitalización”, aseguró el doctor Veas.