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Y llegó el momento más esperado para los amantes del fútbol. Por fin, y tras varios años, nuestro país alberga una Copa América congregando a lo más selecto del fútbol mundial en nuestro país con figuras de la talla de Lionel Messi, Neymar, James Rodríguez y los locales Alexis Sánchez, Arturo Vidal y Claudio Bravo, entre otros. Y mientras ellos tienen el objetivo de campeonar en el certamen hay otros que aprovecharán (o al menos deberían) el momento para reordenar sus fuerzas y lograr la tan esquiva estabilidad que les permita retomar el rumbo.

Porque tanto oficialismo como oposición no lo han pasado nada de bien durante el último tiempo. Y es que sumado a los escándalos por el financiamiento irregular de campañas se han ido conociendo antecedentes vinculados a conflictos de intereses, sobresueldos, pagos irregulares por trabajo no realizados y otros que sólo nos retribuyen un extenso etc, etc, etc.

Lo anterior, era que no, ha generado un escenario donde algunos hablan de crisis institucional mientras otros le bajan el perfil a una cuestión que, guste o no, representa un escenario crítico para el establishment político de cara a los comicios tanto de 2016 (municipales) como 2017 (parlamentarias – presidenciales). Y en una agenda mediática marcada incesantemente por noticias vinculadas a estos temas la Copa América Chile 2015 aparece como un respiro, descanso y oportunidad muy necesaria para reordenar y reconfigurar el rumbo de nuestro país en una mancomunión y unidad que vaya más allá de la conveniencia de ambos sectores para no innovar en cuanto a las investigaciones por financiamiento irregular: ya es tiempo que nuestra clase política y dirigencial se tome en serio el rol por el cual fueron mandatados por la ciudadanía para desempeñar su trabajo y no sólo sus intereses particulares.

Pero cuidado. Quienes piensen que la Copa América, o un buen resultado de nuestra selección, cambiará el rumbo de nuestro país se equivocan y no han aprendido nada de lo ocurrido durante la realización de la Copa Mundial Brasil 2014 donde las manifestaciones y protestas eran diarias, constantes y empañaron en parte la imagen país del ícono del fútbol mundial que, para peor, terminó vapuleado por Alemania en semifinales acrecentando el malestar y descontento ciudadano a partir de cuestiones tales como una alta inflación, estancamiento y bajo crecimiento, corrupción en el aparato estatal, mal uso de recursos fiscales, encarecimiento del costo de vida, aumento del desempleo y una serie de protestas sociales por temas tales como educación, salud y seguridad ciudadana, entre otros.

Y si a todo lo anterior le agregamos que el 10% de la población más rica concentra el 41,9% del ingreso en Brasil, mientras el 40% más pobre se reparte el 13,3% sumado a que, y según cifras de Cepal, 200 millones de habitantes es la población de Brasil, 18,6% vive en la pobreza y 5,4% en la miseria encontramos parte de las razones que desencadenaron una fiesta social donde la gente hizo de la calle su plaza pública para dar a conocer su descontento, más no así encontrando soluciones concretas y reales por parte del Ejecutivo, lo que se tradujo en que, finalizado el torneo que coronó a Alemania como campeón y Argentina subcampeón, las aguas retomaran su nivel y la agenda mediática su ritmo tradicional.

Porque un evento de alta envergadura y notoriedad puede ser una oportunidad o también simplemente un descanso, pero no perdamos el foco: este tipo de eventos son esporádicos y contribuyen al levantamiento de una cortina de humo que por un tiempo acotado genera un olvido momentáneo, un cambio en los hábitos y costumbres de los ciudadanos, un reordenamiento de la pauta informativa en torno al tema que marca la agenda, pero sólo es eso, nada más.

Por lo mismo le aseguro que, tras la final del 4 de julio, puede que algunos temas lo tomen por sorpresa pero eso tiene solución: no se deje obnubilar por las luces del fútbol y manténgase informado, aproveche la infinidad de fuentes noticiosas a su alrededor y verá cómo el humo que actualmente lo rodea se comienza a disipar y se va construyendo como un ciudadano activo que es capaz de aportar a la discusión y debate público desde la mejor ubicación del estadio: la realidad.

 

Rodrigo Durán Guzmán
Magíster © Comunicación Internacional