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En mis anteriores artículos en esta misma columna, nuestro objetivo ha sido dar a conocer algunos elementos constitutivos, trascendentes y proyectivos de la ciencia grafológica, los cuales permiten determinar que el estudio de la escritura y su correspondiente análisis son un aporte al conocimiento de las personas y una manera de lograr encauzar aptitudes, intereses y vocaciones personales.

Del mismo modo, en anteriores exposiciones, se ha tratado de brindar una visión genérica de lo que significa una escritura y una firma en el marco de un estudio pericial, aspecto que también se abordará desde una perspectiva preventiva en una posterior columna.

En esta ocasión, se abordará un tema grafológico favorito para muchas personas, motivo constante de consultas: la firma manuscrita.

Desde el punto de vista grafológico, la firma constituye una autoimagen que revela la afirmación del “yo” íntimo frente a la realidad que rodea al individuo. Por ende, esta manera de enfocar la vida se testimonia en la firma personal, manuscrita donde el nivel familiar, social y profesional, se revela plena e independientemente frente a la actitud vitalintrovertida o extravertida de cada individuo.

En sí, uno de los postulados grafológicos en este contexto,está centrado en que, si simbólicamente en la firma destacan las dimensiones de los movimientos del nombre, la fuerza de la autoimagen se centrará en el ambiente familiar y en su mundo interior, en su realidad íntimaque contiene sus vivencias, su apego familiar, en definitiva, su mundo privado.

Por otra parte, si estas dimensiones se centran en el apellido, la fuerza de la autoimagen se presenta en el nivel social, tanto en lo que significa como en lo que ha logrado, personal o profesionalmente. En sí, este simple ejemplo, muy elemental, nos permitetestimoniar eltipo de relación del “yo” íntimo tanto con la madre como con el padre, con la familia y la sociedad.

En este mismo contexto, cuando una firma aparece tachada por la rúbrica, es un signo de disgusto consigo mismo, es una idea de no conformidad frente a su propio quehacer. Las razones para tal actitud pueden ser múltiples, físicas, complejos reales o subjetivos, culpabilidades, frustraciones, incapacidades o simples estados emocionales permanentes, entre otras. Por tanto, son signos de alerta que, en conjunto con otras variables escriturales de la misma firma y del texto escrito, posibilitan conocer y orientar a una persona.

Así, atendiendo a estos mínimos ejemplos de lo que puede significar un estudio de la firma, se puede demostrar que, en este registro gestográfico inconsciente, grafológicamente se revela nuestra personalidad que permite autoconocerse y, por analogía, conocer, siendo un apoyo y una orientación para los demás. En definitiva, modificar nuestra firma, realizando pequeños o radicales cambios, posibilitaría aminorar esas carencias personales potenciando nuestra personalidad y nuestro quehacer cotidiano. Esto es el principio de la grafoterapia, una rama de la grafología, desconocida, pero eficaz en el campo de la educación y en el nivel de apoyo personal.

Como complemento, podemos inferir que el estudio y análisis de la firma, conlleva también la identidad y la impronta personal frente a un contrato de trabajo, ante un documento legal o privado y, en consecuencia, la búsqueda de la autenticidad o falsedad de la firma, según se necesite determinar. Esta es temática de nuestra próxima columna. Consejos para las personas, instituciones, empresas donde la firmas constituyen el eje de contratos y responsabilidades legales.

Estos temas, muchas veces desconocidos para muchas personas, cobran real dimensión al ser motivo de estudios de la personalidad, en selección de personal para diversos cargos profesionales y, en el ámbito jurídico-laboral, en la determinación de autoría documental. De allí que hemos pretendido ser un modesto aporte al conocimiento de esta disciplina.

 

Julio Germán Díaz
Profesor de Lenguaje y Comunicación PUCV
Profesor de Grafología y Documentología UST, USM